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¿Vivir Para Trabajar O Trabajar Para Vivir? - Juan Carlos Abaunza
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¿Vivir Para Trabajar O Trabajar Para Vivir?

No tener trabajo es un gran problema, en eso estaremos todos más o menos de acuerdo. Pero cuidado, porque a veces tenerlo también puede llegar a serlo si no eres capaz de desprenderte de la absorción que este puede suponer. Y es que uno de los problemas laborales de la actualidad es el tiempo efectivo que dedicamos a nuestro trabajo, y la imposibilidad de compaginarlo con nuestra vida personal y social.

La disyuntiva entre si es mejor ponderar el trabajo o disfrutar más del tiempo libre y la vida social depende de varios factores como la edad, la experiencia y las inquietudes de cada uno.

Es mejor trabajar más

Dependiendo de lo que queramos, el trabajo dignifica, y si lo llevamos bien y estamos a gusto no nos debe importar pasar varias horas al día cunpliendo nuestras obligaciones. Aunque, siendo jóvenes, a todos nos gusta la fiesta y la pereza más que trabajar, ya que esta es una etapa donde debemos tener muy claro lo que queremos ser en el futuro (algunos no lo descubren nunca porque no se toman el trabajo por pereza de sentar y pensar qué y cómo se ve en unos años cuando los placeres de la vida hayan acabado la lista), y cuanto más rápido, mejor.

Enrocarnos en el trabajo puede ayudar, aparte de lo citado anteriormente, a ascender y prosperar, ya sea en nuestra empresa o con movilidad hacia otra. Y OJO que no estoy hablando de convertirse en empleados autómatas por el resto de la vida, emprender un negocio también es un trabajo, incluso más esclavizante y desagradecido que muchos «malos puestos» que encuentras en el mercado laboral, pero siempre el volvernos útiles hace que la vida cobre cierto sentido y las recompensas no se hacen esperar.

Asimismo, dedicarnos en cuerpo y alma al trabajo permite que adquiramos unos conocimientos incalculables que difícilmente podríamos aprender sin trabajar (no valen estudios académicos de universidad).

Por el contrario, si nos dedicamos enteramente a la buena vida, no solo podemos perder tiempo y dinero (digámoslo claro, salir siempre es caro, más caro que estarse quitecito y trabajando), podemos llegar a perder la oportunidad de nuestra vida. En el trabajo, al igual que fuera de él, podemos establecer relaciones fuertes con los compañeros (y amigos) que permitan dejar un poco de lado la vida social.

Sería bueno, como dicen, que dedicáramos 8 horas a dormir, 8 a trabajar y 8 a nuestro propio tiempo.

Es mejor darse a la buena vida

Y es que no todo iba a ser trabajar. Dedicar demasiado tiempo al trabajo en el día a día suele derivar en el abandono de nuestra propia vida, es decir, que perdamos el control de lo más valioso que tenemos, y con ello podamos deteriorar las relaciones externas con amigos, familiares y el tiempo libre. Esto último resulta vital si queremos conservar un equilibro físico y mental. ¿De qué manera queremos prosperar, si apenas tenemos tiempo para hablar con nadie?

Por esta razón, cada vez se valora más tener más tiempo libre, dejar a un lado el trabajo (en su justa medida) y enfocarse en disfrutar de nuestra vida, compartir nuestro tiempo, ayudar a los demás…

Evadirse del trabajo es tan importante como trabajar, pues es la facultad de socializar la que nos distingue de las máquinas y seres inertes. ¿De verdad un buen puesto o salario debe ocupar nuestra razón de ser? Claro que no. Estamos aquí de paso y no vamos a gastar el tiempo en enjaularnos. Quizás sea mejor cobrar menos, pero disfrutar más.

Todos estos problemas no pasan desapercibidos para multitud de instituciones y organizaciones que tratan de orientar la conciliación de lo laboral con lo social mediante un sistema de trabajo más efectivo y flexible con sus empleados, estableciendo zonas de desconexión dentro de la jornada laboral, incentivando el tiempo libre, actividades, el trabajo desde casa y una flexibilidad total, donde el empleado es quien elige cuándo y cómo trabajar, estableciendo sus propios horarios.

Se trata de aunar ambas motivaciones, sin desechar ni preponderar una sobre la otra, y así poder compatibilizar tu desempeño con la gestión del tiempo de tu propia vida.

¿El problema? No saber dónde acaba cada una de ellas.

Mi receta...

Las personas de mi generación (hagan cuentas tengo 32) crecimos en medio de una cátedra concreta por parte de nuestros padres: «Hijo: hay que estudiar, lograr tener un buen puesto de trabajo, tener dinero, comprar una casa y un automóvil»

Y cuando logremos eso qué? – Y si ese objetivo no se cumple y se nos va la vida en eso qué?

Basta con ver ejemplos en la familia (la cual se vuelve la entidad competitiva y casa de apuestas más salvaje) ya que todos se comparan con todos, se quiere ver siempre al familiar bien, pero no mejor que nosotros. Ridículo en mi humilde apreciación ya que cada ser humano tiene unas capacidades y unas motivaciones especiales y únicas. Si no se logra que los hijos de un mismo hogar hagan lo mismo ahora menos pasará en una familia numerosa.

Algunos estudian y nunca lograron tener un puesto «decente» y progresar en la empresa y obtener cada vez mejores dividendos.

Otros se dedicaron a la buena vida, la cerveza y pasarla bueno y vivir el día a día y ahí se les va quedando la juventud.

Otros (como son ya los tíos y personas mayores en la familia) han optado por trabajar como mulas toda su vida y llegando al medio siglo gozan de números a su favor, lastimosamente no siempre además de dinero se cuenta con salud, o con compañía.

Todos los extremos son malos. no se puede pasar la vida trabajando para acumular dinero porque puede llegar el día en que no alcance para recuperar la salud que se perdió en el proceso.

O puede pasar que se llegue a viejo sin nada por haber «disfrutado la vida» y toque trabajar hasta que llegue el día de la muerte cansados y desilusionados.

Otra posibilidad es que miremos hacia atrás y no tengamos anécdotas, experiencias y recuerdos que contar y lo peor, ni a quien contarselos…

Mi receta después de pasar una década trabajando como empleado y gozando de los beneficios de serlo (estabilidad, aprendizaje, oportunidades) y las desdichas con las que nos cruzamos (explotación, malos jefes, entre otros) fue emprender mi propia empresa (la cual ya tiene 6 años, 2 marcas más y un startup en proceso) de manera novedosa: Teletrabajando lo cual me permite ver crecer a mi hija despierta y a mi lado (cosa que pocos pueden contar cuando son activos laboralmente) he viajado, he aprendido y sigo disfrutando del día a día de lo que mi negocio me ofrece.

Pero no he acumulado riqueza…. Ahí está el punto rebelde frente al paradigma de nuestros padres. «mijo guarde platica, ahorre, comprese una casa».

Mi concepción es ser responsables con las obligaciones que se tienen (familia, empleados, amigos, etc) proyectar los sueños a metas cumplibles e ir caminando ese sendero y en el proceso sacar tiempo, dinero y fuerzas para hacer viajes, conocer, hacer lo que nos apasione y guste.

El dinero (si eres trabajador) no te faltará y si tendrás una vida nutrida de experiencias, recuerdos y aprendizajes producto no sólo del trabajo, sino de aquellas cosas que hiciste y no dejaste pasar por estar ocupado acumulando dinero.