fbpx
Como ser un papá soltero los fines de semana. - Juan Carlos Abaunza
318
post-template-default,single,single-post,postid-318,single-format-standard,bridge-core-3.1.4,qode-page-transition-enabled,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode_grid_1300,qode-theme-ver-30.3,qode-theme-bridge,disabled_footer_top,qode_header_in_grid,wpb-js-composer js-comp-ver-7.5,vc_responsive

Como ser un papá soltero los fines de semana.

Comenzar a decidir y enfrentar prioridades en la vida es primordial, sobre todo cuando hay un ser humano en el medio. Mi princesa.
Cuando el hogar no funciona.

Las personas en esta sociedad se dividen en dos: las que crecieron en un hogar conformado por papá y mamá y los que no contaron con la presencia de uno de sus padres naturales. En ambos casos dependiendo de nuestro proyecto personal de vida decidimos o no, tener una familia, conformar un hogar y traer hijos al mundo.

Algunos «hombres» se convierten en reproductores, son tan «responsables» que le tienen a cada hijo una madre… Otras parejas simplemente se organizan en unión libre y tienen sus hijos y los últimos se casan con la bendición de la religión que profesan. En todos los casos las cosas pueden salir bien o no tan bien.

En mi caso me casé por la iglesia católica, enamorado como es lógico y con la convicción que éste iba a ser mi hogar hasta llegar a abuelito y sentarme a contarle historias a mis nietos. Pero 5 años después de casado esto no fué así. Las cosas a veces no funcionan sin explicación aparente y en este particular la ruptura no fué traumática por sus razones de fondo que lejos estuvieron de infidelidades o problemas económicos, a veces las relaciones simplemente fallan y los anhelos ya no son compartidos.

Tomar la decisión.

Antes de acabar un matrimonio salen muchos cuestionamientos internos, lo primero que viene a la mente son los hijos, en este caso mi hija. Mi princesa había crecido en el seno de una familia, un hogar conformado por papá y mamá y dos mascotas. Con una vida tranquila y lejos de imaginarse que esto iba a ocurrir debo comenzar a agradecerle a mi hija de 4 años y medio en ese entonces desde ya, esperando que este blog sobreviva cuando tenga su mayoría de edad por su entereza y extraordinaria madurez a la hora de afrontar la separación.

Por cómo se dieron las cosas ella siente (casi dos años después) que su mamá fué la que se fué del hogar, no como frecuentemente ocurre, que es el papá quien sale de la casa. Esto ha llevado a que ella sienta y entienda como su hogar el sitio físico en donde viva su papá.

Como es lo más frecuente por términos legales (principalmente) la puedo ver los fines de semana únicamente, lo cual fracciona la cantidad de tiempo que la quisiera ver.

La vida cambia.

Resulta dispendioso reorganizar todos los aspectos de la vida con este cambio. El tiempo ya no es el mismo, las obligaciones que tenemos con nuestros hijos y con el resto de nuestra vida se tornan a veces en disputa y debemos tomar decisiones.

Cuando somos padres jóvenes y separados como en mi caso, resulta tremendamente complicado en ocasiones tener el predicamento de qué hacer, por una parte está el tiempo de dedicación a mi princesa, y por otra parte mi vida social y personal, y ahí es donde nace la situación de tener que elegir entre el tiempo de calidad que quiero ofrecerle a mi princesa (en casa) y el tiempo que quisiera compartir con las princesas (en la calle) o en su momento con una novia. Lo cual para Valentina es totalmente aceptable e incluso en ocasiones ejerce cierta presión para que tenga una pareja «que me acompañe y me cuide cuando ella no puede estar conmigo».

Para nadie es un secreto que salir los fines de semana con amigos y tomar algo o ir a cine o simplemente tener una buena velada con cena y una copa de vino resulta encantador… Pero qué hacer si tu princesa está en casa? Sencillo, princesa mata princesas de fuera. Por lo menos en mi caso. Lo que si es importante es establecer un equilibrio entre la vida personal y la vida con tu hija, ya que como seres humanos tenemos varias facetas que tener bien atendidas y una cosa no tiene que desplazar a la otra.

Compartir con Valentina (de casi 6 años en este momento) desde el viernes cuando la recojo en su colegio hasta el Domingo en la noche es una tarea espartana por una sola razón, el ritmo de trabajo de la semana ha sido por lo general agotador y rematar la semana con una niña de esa edad que nunca se le acaba la cuerda es tarea de dioses. Pero la disfruto, las razones son básicas, la amo profundamente y desde su nacimiento hasta la separación compartimos casi siempre, ya que cuento con la bendición y el reto de trabajar desde mi casa en mi empresa lo cual hizo que la viera crecer y ser la niña que hoy es.

Escucharla hablar y «adelantar el cuaderno» y que me cuente todo los pormenores de lo que hizo durante la semana, sus premios, sus tristezas y sus alegrías es sumamente interesante, parece una grande hablando con propiedad de sus cosas y la confianza que me tiene como su amigo es principal. Y la tarea es recíproca, se queda dormida con mis historias porque también le gusta estar enterada de lo acontecido en mi vida durante la semana sobre todo en la empresa, tiene claro que al papá le gusta lo que hace y que eso nos ha permitido llevar la vida que tenemos y lo más importante «que el papá será famoso como lo sueña con su empresa».

Se rehusa a dormir sola y su habitación se convirtió en una guarida de juego, porque el papi le tiene que dar un brazo para dormir, así éste se ponga morado, se hinche, sienta hormigas o se muera. Es una tarea de cada minuto pero es muy bonito, lo disfruto mucho y por eso no me arrepiento de ocasionalmente sacrificar algunos espacios de entretenimiento personal por estar con ella.

El reto está en no poder dormir los domingos hasta tarde, ya que dentro de su lógica está que muy a las 6:30 a.m. me despierta porque «ya salió el sol papi», ya es de día y hay que levantarse, lo cual parece un dictamen lógico para ella y nada que hacer, casi que sonámbulo le prendo sus matachitos y sigo durmiendo al menos media hora más cuando de pronto se manifiesta a preguntarme por el desayuno, pero no crean que es una niña cómoda, ella se levanta conmigo a cocinar, incluso ya hemos superado el desafío de que ella quiebre los huevos y los eche a la sartén sin correr con el riesgo de dejar el mesón hecho un desastre o adicionarle cáscaras al sartén.

Todo lo que vivo con ella, las idas a misa, a Cine (incluso a ver películas de acción), las tardes en piscina, las idas al parque, o simplemente el arrunchis en la cama hacen que estar con ella un Domingo sea lo mejor que me puede pasar en la vida, sin trasnochos o guayabos y mucho menos arrepentimientos de lo que «dejé pasar» en la noche anterior.

Ahí es cuando ella ríe que siento con regocijo en mi corazón que Vale la pena, y que sin dudar seguiré con esa convicción prefiriendo siempre estar con ella.

De momento es lo que les puedo contar, resumir la vida de 7 días de la semana en 2 y medio es una tarea que debe tener responsabilidad para educar y corregir lo que vemos que no está bien sin estropear el poco tiempo que tenemos juntos y que éste sea de vital calidad para los dos.

Ella es una niña alegre, feliz y muy segura, amorosa y con un carácter bien formado y se merece todo, sobre todo porque ya tenemos claro ambos que «Las promesas son para cumplirlas»

Para mi hija Valentina, la razón de cada latido en mi corazón y por la cual me levanto dos veces cada que me caigo y lo seguiré haciendo hasta el día en que Dios me llame a su reino.