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Karma: Lo mejor y lo peor del primer cara a cara con el dron de GoPro

Karma: Lo mejor y lo peor del primer cara a cara con el dron de GoPro

Con semejante positiva visión sobre el negocio de estos aparatos voladores, no es de extrañar que GoPro haya puesto toda la carne en el asador a la hora de diseñar Karmaa, pero, ¿ha sido suficiente para convencer? Continúa leyendo y te contamos los mejores aspectos y los peores de esta primera toma de contacto.

Lo mejor

Es sencillo de usar. Volar un Karma es fácil y familiarizarte con sus controles implica solo unos pocos minutos. Esta sencillez encuentra su principal arma en el mando, un dispositivo con los botones justos y necesarios para echar a volar y mover el quadricóptero que cuenta con una pantalla táctil bastante amplia, de buena visibilidad (incluso con intenso sol) y una satisfactoria respuesta, conjugándose también con una interfaz muy intuitiva de manejar a golpe de dedo. Esto, al mismo tiempo, no quita que esconda una buena cantidad de funciones bien implementadas, como el posicionamiento de personas o el dibujo de trayectorias previamente establecidas (modo orbital) por el usuario, por citar solo dos ejemplos.

Es plegable. Es una de sus cualidades estrella, así que no podía dejar de remarcarla por aquí. La construcción del dron permite que se recoja, facilitando el ser guardado en su propia maleta de transporte.

El Karma Grip es un (buen) extra. Ya no solo por el cable que echa ofreciendo una mejor estabilización cuando está montado, sino sobre todo porque se puede desacoplar y utilizar como accesorio independiente (¡con batería integrada!), con controles de cámara integrados en su cuerpo. Es EL accesorio y que venga en el pack del dron todo un triunfo.

El precio es atractivo. Hay drones muy baratos (y básicos) y otros muy caros (y tremendamente complejos). Karma se ha sabido posicionar de manera inteligente ente estos dos extremos, con un coste de 799 dólares (869,99 euros; duele la conversión, ¿eh?) perfecto para convencer a todos aquellos que quieran apostar por un dispositivo así teniendo la garantía de que se trata de un equipo de calidad y repleto de funciones (y accesorios).

Lo peor

· Plegable, sí… pero no compacto. Una cosa es que vendan el dron como plegable…. y otra que nos intenten colar que por ello mismo es pequeño y liviano. Karma es más bien grande y resulta pesado de coger con una mano. Hasta la mochila de transporte es relativamente amplia. Que no te engañen las fotos promocionales.

No es un competidor del Phantom 4. El equipo de DJI juega en otra liga. Y la diferencia de precio entre ellos no es fruto del capricho. La lista de cualidades de uno u otro será determinante para convencer a diferentes tipos de compradores que se interesen por un gadget así.

· Su batería solo dura 20 minutos. Sí, es el mal de todos los drones y con Karma eso no iba a cambiar. La autonomía del dron le permite volar el breve tiempo indicado, aunque al menos, viene con una batería de recambio (la Karma Battery) para que este hándicap no te corte mucho el rollo cuando lo saques.

No tiene modo de seguimiento. Es sin duda una de las prestaciones estrella del Phantom 4 -de nuevo es inevitable mencionarlo- y una auténtica lástima que no esté presente en Karma. Con esta función es posible establecer que el dron te establezca como «señuelo» y te siga mientras te mueves, una opción que esperaba ver en un dron procedente de una marca tan amante del deporte como GoPro. Una lástima comprobar que no ha sido así.

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