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Te quiero, pero no te necesito

Te quiero, pero no te necesito

Vivimos en una sociedad en la que cada día nos creamos nuevas necesidades. Nos encanta la formula “necesito”: “necesito cambiarme de carro, necesito unos zapatos nuevos, necesito otro smartphone, necesito meterme a un gimnasio”, etc.

Si pensamos en el consumismo que nos rodea, esto puede ser comprensible; a muchos les interesa que pensemos así, aunque eso no lo justifica. Pero es peor cuando trasladamos estas ideas al marco de las relaciones, y más concretamente a las relaciones de pareja.

Te quiero, pero no te necesito

Si eres de los que te encantan las canciones que dicen frases como “mi vida eres tú”, “sin ti no soy nada” o “me muero si no estás”, si te derrites cada vez que tu pareja te dice “eres todo para mí” o “no podría vivir sin ti”, es muy probable que formes parte de esas personas que hacen de su relación el centro de su vida, olvidándose incluso de que su vida es algo más.

El amor es libertad, no sufrimiento.

A menudo oímos frases del tipo “necesito estar con él todo el tiempo”, “haría lo que fuera por ella”, “si me deja me muero”. ¿Te has preguntado alguna vez qué hay detrás de este tipo de afirmaciones? Tal vez una relación de dependencia, tal vez una pérdida de la propia identidad, tal vez un miedo a perder a la otra persona.

El psicólogo Walter Riso decía en uno de sus libros que el amor crea un lazo que se puede convertir en cadena cuando no hay libertad. Para que una relación sea saludable, ambos deben tener claro que estar con esa persona es una opción, no una necesidad. En lugar de decir “no puedo estar sin ti”, es mucho más bonito -aunque no estemos acostumbrados- decir: “Podría estar sin ti y ser feliz; aun así elijo estar contigo porque quiero que formes parte de mi felicidad”, o lo que es lo mismo: “te quiero, pero no te necesito”.

Durante mucho tiempo nos han inculcado que en el amor es inevitable sufrir, y eso, desde mi punto de vista, es falso. Desde el momento en que lo estás pasando mal ha dejado de ser amor, al menos para los que entendemos que el amor es sinónimo de bienestar, de plenitud, de entrega incondicional, de respeto, de apoyo, y sobre todo de libertad. Las parejas que pasan de quererse a soportarse, las personas que aguantan o toleran situaciones que van en contra de sus principios, quienes permiten faltas de respeto o chantaje emocional no lo hacen porque quieren a sus parejas, sino porque no se quieren a ellas mismas.

Nadie es imprescindible.

Muchas de las personas que se auto-engañan pensando que necesitan al otro, en realidad viven acomodados en rutinas que no les satisfacen porque creen que, de dejarlo, no volverían a encontrar el amor. Necesitar implica que algo es imprescindible, que sin eso no podemos vivir. Necesitar implica depender, y la dependencia nos aleja de la libertad.

Hay muchos ejemplos que ilustran la idea de que, nos guste o no, nadie es imprescindible. Las personas se separan e inician nuevas relaciones, algunas personas sufren la pérdida de un ser querido y siguen adelante, incluso nosotros mismos algún día no estaremos aquí y la vida continuará. Tener presente la idea de que nada es para siempre y saber renunciar a lo que no nos conviene nos ayuda a valorar más a las personas que forman parte de nuestra vida y a mantener relaciones más saludables basadas en la elección de lo que queremos, y no en el conformismo basado en la falta de opciones.

La pareja es una parte, no un todo.

A menudo la gente cae en la trampa de entender su relación de pareja como un todo: “Ella es lo que da sentido a mi vida”… Y, por muy romántico que esto nos pueda sonar, es uno de los peores errores que se pueden cometer. No podemos dejar el sentido de nuestra vida, o lo que es lo mismo, nuestra felicidad, en manos de otra persona, por mucho que la queramos. La persona que elegimos para compartir nuestra vida es un ser importante, por supuesto que sí; pero no puede ser lo único.

Como seres individuales nuestra vida se completa con más cosas. Y nos conviene dedicar una parte del tiempo a nuestro propio crecimiento como personas. Nuestra autonomía emocional y nuestros objetivos en la vida son partes que no podemos dejar de lado. Uno no puede dejar de ser quien es, no puede perder su esencia y su propia identidad para satisfacer a su pareja. Si es así, estamos alimentado un amor enfermizo, una relación tóxica basada en miedos y obsesiones. No te olvides que querer no es necesitar: querer es amar en libertad, querer es poder elegir, y querer a alguien es elegir a esa persona todos los días sin depender de ella.

Dedicado a todas mis ex novias, a mi ex esposa (con la cual me casé por la iglesia Católica) y para mis amigos y amigas, las experiencias vividas y sufridas deben arrojar este tipo de resultados, de lo contrario las lágrimas desbordadas en momentos de desilusión amorosa no habrán valido la pena.

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