¿Que “Tengo” Que Hacer Qué?
No “tengo” que hacer nada, pues todo lo que hago con mi vida es producto de mis elecciones personales.
Es normal que ante la pregunta “¿Qué vas a hacer?” respondamos: “Tengo que hacer…”- y aunque no lo parezca, la forma en la que respondemos a esa pregunta revela nuestro nivel de compromiso, disposición e interés por lo que hacemos. Sí, estoy siendo literal precisamente porque la pregunta lo amerita y más aún la respuesta, pues ése es el principio por el cual en esta vida “no hacemos que las cosas ocurran” sino que “nos ocurren cosas.
La expresión “tengo que hacer” lleva implícita la afirmación de que se trata de una obligación o un deber aquello que haré. Si bien es cierto que tenemos responsabilidades, ya sea en el trabajo, en la vida familiar o con los amigos, esas responsabilidades son el resultado de elecciones que hemos hecho previamente. Quienes van al trabajo porque “tienen que hacerlo” son los mismos que alegan que los lunes son una tortura porque lo que hacen es “una obligación”. Son los mismos que cuando se acerca una reunión familiar siempre tienen alguna excusa para poder ausentarse de la “temida” cita.
¡Vamos! La vida no es así de miserable. Cuando lo que hacemos realmente nos gusta y entusiasma lo demostramos respondiendo “Yo elijo hacer esto”, asumiendo así las responsabilidades sobre nuestras propias acciones y elecciones. De esta forma estaremos en completa sintonía con nuestro ánimo y en total disposición para hacer que las cosas ocurran porque así lo elegimos.
La pasión y convicción sobre lo que hacemos porque nos nace y no porque nos toca hace que tanto las recompensas como las consecuencias de nuestros actos se asuman con total gallardía, incluso sin querer recibir ayuda externa convencidos que así como nos metimos en eso por elección vamos a lograr salir de la misma manera. Ese orgullo valeroso hace que cobre aún más sentido llegar hasta donde llegamos por cuenta propia, con mucho esfuerzo y viviendo como quisimos hacerlo.
Dicen por ahí que las personas que nos dicen que no podemos hacer x o y cosa nos hablan desde sus propias limitaciones no desde las nuestras, conocernos de manera profunda y real nos lleva a seguir el camino que hemos elegido convencidos de ser capaces con la carga. En mi caso particular me pienso y considero una persona distinta, con una visión y perspectiva de la vida distinta a la de los que me rodean, esa individualidad hace que mis vivencias sean particularmente peculiares y cada experiencia de vida positiva o negativa termine siendo una aventura, una anécdota y «una historia que contarle a mis nietos», eso la hace entretenida y nunca estacionaria lo cual con mucho orgullo me hace afirmar que valió la pena haber elegido vivirla así.
Tomemos al toro por los cachos, cambiemos esa perspectiva de “condenados” y entendamos esta vida como lo que es: la única oportunidad que tenemos para ser felices con nosotros mismos.
¿Existe alguien que pueda disfrutar la vida desde la posición de víctima?