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Alan Turing: un genio anulado - Juan Carlos Abaunza
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alan turing

Alan Turing: un genio anulado

Este matemático fue clave en la historia de la computación, pero no le perdonaron su condición de homosexual.

Al robo hay que sumar que, en plena Guerra Fría, se investigaba a “científicos asociados con secretos de Estado, por posible conexión por la URSS”, indica Josep Díaz, catedrático de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad Politécnica de Cataluña. Y Alan Turing, que había estudiado y trabajado en Cambridge, tenía el nivel máximo de seguridad del servicio de inteligencia inglés.

 

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El matemático, que logró que la máquina Enigma, con la que los nazis emitían sus mensajes cifrados en la Segunda Guerra Mundial, dejara de ser impenetrable, “nunca se recuperó del insulto de su condena, porque la consideraba injusta para una persona que había dado tanto por su país”, lamenta Juan José Moreno, catedrático de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). El tribunal le dio a elegir entre un año de prisión o curar su homosexualidad con una terapia hormonal experimental, y Turing eligió lo último.

Con esta elección Turing quiso continuar trabajando, pero “el tratamiento de reducción de la libido le mató, como genio y como persona”, denuncia el profesor de la UPM, ya que murió dos años después, muy posiblemente por suicidio. En el momento de su muerte, Turing contaba 41 años y estaba trabajando en vida artificial, mezclando informática y genética alrededor del concepto de morfogénesis. “Y dejó muchas notas escritas a mano y algunos programas”, afirma el experto.

En 2009, el primer ministro británico, Gordon Brown, pidió disculpas públicamente por su muerte, pero no sería hasta 2013 cuando Isabel II le concediera el indulto a título póstumo, coincidiendo con el centenario de su nacimiento.