innovación e incertidumbre en santander

Innovación en Bucaramanga, la historia de orgullo e incertidumbre

Hace poco, una de las empresas que fundé AIATIC fue reconocida entre las 30 más innovadoras de Colombia en el Ranking de Innovación Empresarial de la ANDI 2025. Para un emprendedor que, como yo, nació y creció en Bucaramanga, esto es un inmenso honor. Y por si fuera poco, otra de mis empresas (AI3LAB) quedó a 3 puestos de entrar en este top.

No es casualidad, ni es el primer año que «nos medimos el aceite» el año 2024 ocupamos con AIATIC el puesto 34 y con Ai3LAB el puesto 56, y en los últimos 4 años hemos estado pendientes de ver en qué mejorar y esto es el principal objetivo de participar en la medición.

Nuestros resultados este año:

  • AIATIC – Puesto 19, al lado de Bancolombia y Fundación Valle de Lili
  • Ai3LAB – Puesto 33
  • LOLA – Puesto 52 y posición 5 en el top 10 de arquetipo rebelde con Kuachi, una spinoff de esta empresa.

Mi camino ha sido distinto al de muchos otros. En una región donde el ecosistema de emprendimiento e innovación aún no ha alcanzado su madurez, y donde los líderes gremiales no destinan suficientes recursos a proyectos serios y sostenibles, he logrado construir tres empresas que, juntas, representan cerca del 56% de las exportaciones de Servicios de Santander. Y lo más importante: lo he logrado sin el respaldo de grandes capitales de riesgo o inversiones masivas. He forjado mi camino desde cero.

Este logro, que debería ser motivo de celebración para toda la ciudad, me ha dejado con una gran pregunta, una que me ronda la cabeza constantemente: ¿Qué está pasando con los demás?

Mientras veo con preocupación la falta de startups nuevas que crezcan de manera exponencial en nuestra región, me pregunto por qué, a pesar de las dificultades, yo sí pude. ¿Por qué en un entorno que parece no favorecer la disrupción, mis empresas han florecido?

La respuesta no es simple, pero creo que radica en una combinación de factores: la resiliencia, el enfoque en la innovación real, y la audacia de atreverse a salir del molde, a pesar de la ausencia de apoyo estructural. No se trata solo de tener una buena idea, sino de la disciplina y el trabajo duro para llevarla a cabo, incluso cuando parece que vas en contra de la corriente.

Mi experiencia demuestra que sí es posible crear empresas innovadoras y de talla mundial desde una ciudad intermedia como Bucaramanga. Pero también deja en evidencia una realidad incómoda: el potencial de la región es enorme, pero estamos fallando en aprovecharlo. Cuando me invitan a conversatorios siempre afirmo con orgullo que «en toda empresa exitosa en Colombia, hay un santandereano trabajando»

Esta reflexión no busca ser una crítica, sino un llamado a la acción. Es una invitación a que la Cámara de Comercio y los gremios entiendan la urgencia de invertir de manera estratégica en proyectos que realmente impulsen la innovación y su sostenibilidad en un ciclo de vida de productos que no se logra en programas de 4 meses. Es un recordatorio de que el liderazgo no se mide solo en reuniones, sino en la capacidad de generar un impacto real y sostenible en el ecosistema.

Es de recordar que la única manera de conservar o subir en los índices de competitividad departamental y municipal es fomentando nuevos modelos de negocio e innovar sobre los que ya existen y han logrado el anhelado product market fit. Es el momento propicio como «autoridad en innovación» que me permite demostrando con este ranking que sé de lo que hablo, para mencionar que lo que nos aleja de tener al menos 5 empresas en ese top 30 es la zona de confort, lo aislados que estamos en Santander geográficamente del país que SI innova y trabaja colaborativamente, y que lastimosamente hay una excesiva dependencia a «bajar recursos» de regalías, de minciencias y de actores públicos para financiar programas y proyectos duraderos, algunas entidades se convirtieron en máquinas ejecutoras de programas que tienen principio y fin, quedando el legado de éstos en los anaqueles de informes polvorientos, recordemos todos que así como profesionales no basta con coleccionar diplomas en la pared y se debe aplicar dicho conocimiento, la innovación, el emprendimiento y la competitividad se construye todos los días, con acciones todos los días, pero casi siempre nos quedamos en los bootcamps que comparten conocimiento, pero no trascendemos en aplicarlo, y ahí está la falla inicial…

Es hora de pasar de la preocupación a la acción. La historia de mis empresas es prueba de que se puede, pero ¿qué estamos haciendo como sociedad para que no sea solo una excepción, sino la norma?

Los que me conocen saben que me acompañan siempre las ideas sin filtro y que a pesar de la «acidez» en mis apreciaciones nunca me falta el análisis profundo y la coherencia, no podría exigir o pensar cosas que yo no estaría dispuesto a hacer. Es cierto que nos falta generosidad y cooperación. Mi principal incertidumbre, la cual ni siquiera me atañe, además de lo expresado en este blog es: ¿Qué pasa si mudo mis empresas a Bogotá o a Medellín? ¿Qué pasa si simplemente decido apagar e irme a recorrer sudamérica en moto? pese a que siempre he querido demostrar que las ideas de inversionistas que ven como un riesgo que haya un solo founder, pienso que en este escenario existe un riesgo muy alto, uno que debe encender muchas alertas, como siempre digo, deberían haber por lo menos otros 10 Juan Carlos en Santander, seguramente están por ahí, en las sombras, a la espera de ayuda, o a falta de una cachetada de amor que les diga: Reaccionen y Crezcan que tienen con qué.

¿Qué opinas? ¿Crees que Bucaramanga tiene el potencial para ser un polo de innovación?

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